Voy dedicar una serie de entradas
en el blog a eso que entiendo por amor. No pensaba, pero dado el
vital papel que juega he comprendido que si quiero desnudar en el
blog, y quiero, mi personal perspectiva vital, esa desde la cual vivo
mis días y cada instante debo entonces tratar de clarificar, lo
mejor que me sea posible, como veo y como siento el amor. Me va ser
imposible hacer eso en una sola entrada, pues son muchas las cosas
que decir al respecto, mucho lo que matizar.
En principio diré que en mi
opinión el amor, cuando en verdad es amor, nos da alas o cuando
menos amplia nuestros horizontes de tal modo que es como si nos las
diera, pero a cambio nos carga de cadenas. Que tal intercambio
compense o no, como todo en la vida, es cuestión de gustos y
preferencias personales.
Pero por desgracia el uso que en
castellano se hace de esa palabra resulta extremadamente confuso. Por
lo que no me va ser fácil aclarar que entiendo por amor y por lo
tanto a que me ando refiriendo cuando hablo de él. Por ello antes de
hablar de amor me veo obligada a diferenciar la palabra “amor” de
otras que le suelen aparecer relacionadas hasta el extremo de correr
el riesgo de confundir los conceptos.
Gustar y desear no son lo mismo.
Ejemplo: que me gusten las fresas
no significa que ahora mismo las desee.
Gustar es una condición previa y
necesaria pero no suficiente para que se produzca el deseo. El
sentido del gusto es eso, un sentido, dulce o amargo, placentero o
desagradable, deseable o no. Pero el deseo es una motivación, que
nace de nosotros mismos, no un mero sentido. Es el deseo anhelo de
eso que sabemos (o imaginamos) nos es agradable experimentar. Es un
sentimiento, no un sentido. El gusto puede variar pero es perdurable
en el tiempo, el deseo en cambio rara vez perdura y una vez
satisfecho tiende a esfumarse.
Gustar y desear tampoco son lo
mismo que querer.
Ejemplo: me gustan las fresas,
pero en el caso de que ahora mismo las deseara yo aun así podría no
quererlas. Pasaría, por poner un caso si me preocupa más la linea
que lo que me gustan y deseo las fresas.
Querer significa siempre, cuando hay incompatibilidad, preferir
satisfacer el deseo mayor de los satisfacibles. Nace de un
sentimiento, desear, pero no es un sentimiento si no una decisión,
es la decisión de conseguir la satisfacción de un deseo. Si deseo a
la vez ir al cine y al teatro, cosa que puede pasar, pero ambos se
dan al mismo tiempo no puede ser que vaya a la vez a ambos, solo
puedo estar en un sitio al mismo tiempo, debo elegir, sacrificar uno
de ellos en el altar del otro y ese otro es el que yo quiero.
De ese modo puede por ejemplo
gustarme la idea de acostarme con tal o cual hombre o mujer, pero aun
así lo puedo desear o no y en el caso de que lo desee puedo no
querer acostarme con tal compañía.
Si digo que quiero a tal o cual
hombre, o aun gato, lo que digo es que quiero lo que ese ser puede
aportar a mi vida. Todo querer es siempre un querer para obtener tal
o cual cosa. Quiero a mis amigos, por ejemplo al Ingles, lo quiero
por su capacidad para hacerme reír, por lo fácil que es sentirme
cómoda con él, por que siempre logra hacerme ver aspectos de la
realidad en los que nunca me había parado a pensar, por haberse
ganado mi confianza y sentirme segura con él y por mil otras buenas
razones. Pero todos esos motivos que me hacen querer al Ingles son
razones “para” y el día en que desaparezcan lo dejare de querer.
Pero todo querer es siempre de quita y pon, depende de lo lo que el
ser querido aporte a la vida del que lo quiere ya que lo que de
verdad se quiere es lo que se aporta.
El amor en cambio es otra cosa. Y,
ya no tiene nada que ver con lo que ese ser te aporte o deje de
aportarte. Amamos por que amamos, sin para que. Independientemente de
que lo queramos o no. Su naturaleza nos trasciende. Hace que aquello
que queremos pierda importancia al ser puesto junto con lo que quiere
el ser amado. Las propias necesidades, anhelos, metas del ser amado
pasan a ser vividas como casi tan o tan o incluso más importantes
que las propias, es decir mientras el ser querido es una herramienta
para la propia satisfacción de quién le quiere, el ser amado es una
meta por si misma de modo tal que quién le ama se siente a si mismo
como herramienta para la satisfacción del amado.
Voy ver si lo aclaro un poquito:
Un hombre que me quiera muchísimo,
tanto que su propia vida no le sirva de nada y hasta le sea un
tormento si no me puede tener, en un ataque de rabia, por no poder
tenerme, podría llegar a matarme. Eso lo tengo clarisimo.
En cambio un hombre que me ame,
incluso aunque sea muchísimo, con locura como dirían algunos,
aunque no pueda tenerme jamás me dañara ni un pelo de la cabeza y
si le pido ayuda para irme con otro, por mucho que le duela, me la
dará. Eso también lo tengo clarisimo.
Pues bien, ambos sentimientos
querer y amar pueden y suelen darse simultáneamente. De hecho suele
decirse que en toda relación de enamorados uno es el que más quiere
y otro el que quiere mejor. Y, es que cada uno de ellos quiere al
otro y cada uno se supone que también lo ama, si mucho o poco ya
depende. Por eso al darse ambos sentimientos a la vez y acerca del
mismo ser nos es, imagino, tan fácil confundir el uno con el otro
pese a ser de naturaleza totalmente diferentes y hasta cierto punto
opuestos ya que mientras el querer nace de buscar nuestro propio bien
( “sin ti mi vida no tiene sentido” ) el amor nace de sentir el
bien del otro ser tan importante o casi o más que el nuestro propio
(“tú felicidad es lo más importante para mí).
Y, esa es la forma en que uso esos
cuatro verbos, lo que no quiere decir que los castellanoparlantes los
suelan usar del mismo modo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha gustado poder leer este pequeño texto, me he liado un poquito al empezar pero al final lo he podido entender, o eso creo. jajaja
ResponderEliminarmuchas gracias!
Hola Danini, me alegra que te haya gustado
ResponderEliminarPerfecta descripción a tales palabras, son un lío al relacionarnos más en momentos de romanticismo . Fué de gran ayuda tu blog, lo compartí con gusto .
ResponderEliminarGracias.
EliminarBien la nota por su gran síntesis. Con esos parámetros ¿por qué no comentar el precepto cristiano que dice: AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO? En este hay nuevos elementos: el prójimo puede ser comprendido como "un Otro impersonal" y dentro de él, un Otro concreto, por ejemplo en la pareja. Además "como a tí mismo", lo que presupone que quien ama al otro ya se ama a sí. Esto nos llevaría a analizarnos cada uno, ver si nos amamos cada uno y en esa medido o calidad del amor, amar al Otro.
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